Cuña tributaria
FERNANDO BARROS TOCORNAL Abogado, consejero de SOFOFA
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Fernando Barros
En diversas reuniones, autoridades de Gobierno han entregado algunas ideas de lo que sería una nueva iniciativa de reforma tributaria y de incremento de la carga impositiva para los chilenos.
Si bien una reforma tributaria es de iniciativa del Ejecutivo y debe presentarse y discutirse, como un todo, en el legislativo, se ha preferido mandar sucesivos mensajes, anunciando una baja del impuesto de Primera Categoría, de 27% a 25%, lo que se compensaría con impuestos a los dividendos y con el alza de tasas a las rentas más altas. También se señala que ya no se afectaría solo a los dividendos, sino que las rentas del capital y que se eliminaría la integración, de forma que, además de golpear el ahorro privado, terminaría la progresividad de los tributos a la renta y todos los accionistas tributarían con la misma tasa por los dividendos que reciban.
“La lógica del nuevo incremento de la carga tributaria olvida que en los últimos años ha aumentado el peso impositivo a través de sobretasas, mayores contribuciones a bienes raíces, eliminación de créditos y otras medidas”.
Complejo resulta el que se hace aparecer la iniciativa como acogiendo una solicitud del empresariado, cual es la rebaja de la tasa de la Primera Categoría, en circunstancias que lo que un sector propuso, como plan de trabajo, fue un gravamen a los dividendos como anticipo de la tributación final, pago que constituiría pleno crédito, manteniendo la integración y sin necesidad de incrementar la carga tributaria.
En una suerte de estrategia de dividir para lograr los objetivos, se plantea la disminución de la carga impositiva total a los empresarios, desde el actual 44,45% a un 39,52%, con el dulce de una Primera Categoría anual rebajada a un 25%, y el remanente que se paga como retención a los dividendos, versus un incremento de la carga en los tramos superiores de ingresos que confirmó el Presidente Boric en el encuentro Sofofa, llegando a una tasa marginal de un 43% en el tramo más alto, que se aplicaría a la tributación del trabajo asalariado, sin contemplar estimulo tributario alguno para destinar parte de sus excedentes al ahorro e inversión, como lo existe para la reinversión empresarial.
Con la desintegración del sistema tributario, lo que no podría hacerse en el caso de los contribuyentes de Impuesto Adicional cubiertos por los tratados suscritos ni con las PYME por razones políticas, el pequeño y mediano ahorrante accionario tendrá la misma tributación por sus dividendos que los de grandes ingresos. Así, para aquellos que hoy la aplicación de tributación progresiva en un sistema integrado les permite recuperar parte del crédito tributario de los dividendos y recibir la ansiada “devolución”, se igualan a los de altas rentas, que hoy deben completar el diferencial de impuesto para cumplir con la carga progresiva que corresponde a su nivel de ingresos.
En lo que pareciera ser la última iniciativa tributaria del actual Gobierno, la lógica del nuevo incremento de la carga tributaria olvida que en los últimos años se ha aumentado el peso impositivo a través de sobretasas y mayores contribuciones a los bienes raíces, eliminación de créditos, impuesto al denominado lujo y otras medidas que afectan, cada día más, a los mismos contribuyentes, quienes, además, deben destinar una mayor parte de sus ingresos para solventar los costos que recaen sobre los particulares por la ausencia de un servicio eficiente del Estado en educación, seguridad, salud y otras áreas.
La estabilidad y razonabilidad de las reglas del juego es esencial para una economía a la que le urge inversión para lograr su crecimiento, y la innecesaria nueva iniciativa anunciada va en el sentido contrario de lo que Chile requiere.